Los lémures no son animales considerados peligrosos y su comportamiento generalmente no representa una amenaza para mucho tipo de fauna, sin embargo, cuando sienten peligro reaccionan agresivamente como cualquier animal salvaje.
Su agilidad y rapidez son su mejor mecanismo de defensa, pues podrían fácilmente escapar y perderse entre los árboles para camuflarse, y aunque no tienen gran número de depredadores, existen enemigos al acecho con excelentes técnicas de caza que difícilmente pueden superar.
La fosa es uno de ellos y el más importante de todos. Es un mamífero carnívoro endémico de Madagascar con una apariencia muy singular. Es de cuerpo muy largo, patas traseras anchas, larga cola y una cabeza pequeña cuya expresión no pareciera ser la de un experto depredador. La dieta de esta peculiar especie es variada en un 50 %, pero la otra mitad está conformada por lémures. Captura tanto crías como adultos de todos los tipos de especies existentes. La fosa tiene la habilidad para cazar ya sea en el suelo o sobre los árboles, una gran desventaja para los lémures.
El 50% de la dieta de la fosa está conformada por lémures.
Otros depredadores son las aves de presa. Cualquiera podría pensar que este tipo de aves no tendría la fuerza para atrapar a un animal con las características de un lémur, pero esto no es así. El lémur ratón gris (Microcebus murinus) es presa común de los búhos, quienes con su vuelo silencioso y preciso entierran sus garras sorpresivamente sin dar oportunidad de escapar. Águilas y halcones son peligros aéreos de los cuales también deben protegerse.
Las aves busardo malgache (Buteo brachypterus) y el aguilucho caricalvo malgache (Polyboroides radiatus) son fuertes depredadores que vigilan desde lo alto los movimientos de los lémures para tomar acción en cuestión de segundos. Ninguno de los dos tiene problema para matar a ejemplares adultos.
Un hábitat lleno de vegetación y con un clima tropical tendrá desde luego la presencia de serpientes. Estos reptiles, sobre todo las especies constrictoras como las boas, son un peligro silencioso que acecha en los árboles mientras algunos individuos duermen o permanecen distraídos.
La mangosta de cola anillada (Galidia elegans) y la mangosta de rayas angostas (Mungotictis decemlineata) aunque en menor número, son un peligro más dentro de su hábitat natural. Las mangostas son animales increíblemente rápidos que no temen acercarse a su presa ni retarlas hasta agotarlas. Ellas son especialistas en atrapar Microcebus murinus, mejor conocido como el lémur ratón gris.
Todos los depredadores anteriores son sin duda temerosos rivales de todas las especies de lémures, pero hay un ser vivo en especial que resulta ser el más problemático y tal parece, imposible de controlar: el ser humano o bien, el Homo sapiens.
El hombre es el responsable del mayor porcentaje de depredación que sufren los lémures, y esto es derivado de varios factores. Algunos tienen que ver con las creencias aldeanas de que ciertos lémures representan a la mala suerte y por lo tanto deben ser aniquilados.
La tala y la caza son otras dos razones por las cuales algunas especies están al borde de la extinción. Sus espacios se vuelven cada vez más pequeños al igual que su número de habitantes, lo que ocasiona problemas de reproducción entre ellos.
El hombre es el responsable del mayor porcentaje de depredación que sufren los lémures.
Son considerados también un tipo de “plaga” que debe ser exterminada para que no afecten las plantaciones con fines comerciales. Ahí se emplea uso de escopetas o crueles trampas para evitar los costosos daños que tal deterioro implica.
Por otra parte, son capturados para la obtención de su carne para la supervivencia de las familias nativas de escasos recursos. También son encerrados para trasladarlos a mercados ilícitos con el objetivo de venderlos como mascotas exóticas a muy buen precio. Esto tiene repercusiones muy negativas en el ciclo de vida de un lémur y aunque los esfuerzos de conservación están presentes, es complicado erradicarlo por completo.
En este mundo globalizado donde el comercio transnacional o los viajes de continente a continente ya no son asuntos imposibles, lo mejor que podemos hacer como defensores de la naturaleza es jamás apoyar a todos esos actos que mencionamos en líneas anteriores. Participemos en las campañas que se realizan para la preservación de este fabuloso primate único en el mundo, ya sea donando lo que esté a nuestras posibilidades económicas, siendo voceros de los proyectos en marcha o educando a nuestros pequeños para que sean humanos de bien y crezcan con un ideal de amor y respeto hacia la vida.